Un emprendedor que hizo florecer una idea única
En un mercado gastronómico cada vez más competitivo, destacar parece casi imposible. Sin embargo, Santiago Mohedano, conocido como el jardinero de los quesos, ha logrado convertir una simple viruta de queso en una experiencia sensorial y visual que sorprende en eventos de toda España e incluso del extranjero. Su proyecto, Flores de Queso, no solo innova en la presentación, sino que también revaloriza el producto artesano nacional.
De la herrería al arte gastronómico
Lo más sorprendente es que Mohedano no proviene del mundo culinario. Durante años trabajó como herrero, un oficio que requiere precisión, paciencia y dominio de las herramientas. No obstante, estas habilidades le permitieron idear una técnica especial para raspar el queso en finos pétalos, creando una forma similar a una flor. Así nació la combinación perfecta entre técnica artesanal y creatividad gastronómica.
El confinamiento como punto de inflexión
Durante la pandemia de 2020, el parón forzado le ofreció espacio para experimentar. Un día, su hija le mostró un cucurucho de helado vacío, y esa imagen fue la chispa que necesitaba. “¿Y si el queso pudiera florecer?”, se preguntó. A partir de ahí, comenzó a diseñar herramientas propias, probar curaciones de queso y perfeccionar el método de presentación. Poco después, Flores de Queso se convirtió en una marca registrada ante la Oficina Española de Patentes y Marcas.
Un concepto que conquista eventos y paladares
Con el tiempo, su propuesta empezó a llamar la atención en cátering de bodas, experiencias gourmet y eventos de lujo. Además, su presencia en espacios VIP como el Mutua Madrid Open o el palco del Atlético de Madrid consolidó la imagen de marca exclusiva. Por otro lado, su talento ha cruzado fronteras, llevando el queso manchego en forma de flor hasta Mónaco, donde incluso presentó su trabajo ante el Príncipe Alberto II.
Innovación con raíces locales
Una de las claves del éxito de Mohedano es su compromiso con el producto nacional. En lugar de importar quesos extranjeros, colabora con pequeños productores españoles. Su objetivo es claro: representar a cada comunidad autónoma con al menos un queso emblemático, desde el Idiazábal hasta el San Simón da Costa o el manchego. De este modo, no solo innova, sino que también impulsa la economía rural y pone en valor la diversidad quesera de España.
No es solo estética: es ciencia y sabor
A diferencia de otras presentaciones decorativas, la flor de queso tiene una función sensorial. Al raspar el queso, aumenta su superficie de contacto con el aire, potenciando aroma, sabor y textura. Además, se complementa con cucuruchos de distintos sabores, emulsiones, aceites aromáticos y contrastes salados o dulces. En consecuencia, cada flor se convierte en un pequeño plato gourmet.
Crecimiento y expansión del proyecto
Lo que empezó en casa ahora es una estructura profesional con delegaciones en varias provincias españolas como Madrid, Barcelona, Sevilla, Vizcaya o Málaga. Asimismo, Flores de Queso ha sido reconocida con el sello Luxury Spain, que acredita su calidad premium y la posiciona en el segmento del lujo gastronómico. Gracias a ello, la marca colabora con firmas de prestigio y participa en eventos de alto nivel.
Mirando al futuro
Santiago no se conforma. Entre sus planes está llevar Flores de Queso a todas las provincias, crear una línea de productos para el hogar y ofrecer formación y showcookings para que otros aprendan su técnica. En definitiva, su objetivo es que el queso español florezca en el mundo.
Hoy, el jardinero de los quesos no solo crea flores: cultiva experiencias, impulsa productos locales y transforma la manera de disfrutar el queso.