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La casa suiza donde Audrey Hepburn vivió 30 años

POR REDACCIÓN

Durante tres décadas, Audrey Hepburn encontró en una villa suiza su refugio más íntimo y duradero. La propiedad, conocida como La Paisible, se ubica en el pequeño pueblo de Tolochenaz, cerca del lago Lemán, en el cantón de Vaud. Allí, la inolvidable actriz vivió desde 1963 hasta su fallecimiento en 1993. Aunque fue una de las estrellas más admiradas de Hollywood, eligió un estilo de vida tranquilo alejado del bullicio, y esta casa se convirtió en el escenario de su vida familiar, sus proyectos humanitarios y sus últimos años.

Una decisión de vida

En 1963, Hepburn y su entonces esposo Mel Ferrer compraron la villa. En ese momento, la actriz ya había alcanzado la fama internacional, pero necesitaba estabilidad. Por ello, se mudó a Suiza buscando privacidad, seguridad y un entorno donde criar a su hijo. Con el paso del tiempo, incluso después de su divorcio, mantuvo la propiedad, ya que consideraba que La Paisible era su verdadero hogar.

Además, Hepburn siempre destacó que esta residencia le ofrecía un espacio de paz que no encontraba en ningún otro lugar. Allí disfrutaba de actividades sencillas como cuidar el jardín, cocinar o pasear por el pueblo. Por lo tanto, no fue solo una vivienda, sino un símbolo de su deseo de normalidad lejos de los focos. Finalmente, cuando falleció en 1993, fue enterrada en el cementerio del mismo pueblo, a pocos metros de su casa.

Características arquitectónicas y distribución

La villa, construida en el siglo XVIII, destaca por su elegancia clásica y su perfecta integración con el paisaje suizo. A diferencia de otras mansiones ostentosas, esta propiedad combina lujo discreto y calidez. La casa principal cuenta con aproximadamente 1 000 metros cuadrados distribuidos en tres niveles. En total, posee más de 21 habitaciones, de las cuales 12 son dormitorios amplios y luminosos. Además, dispone de ocho baños, cinco chimeneas funcionales, dos escaleras principales y un ascensor que conecta los pisos.

Por otro lado, la vivienda incluye un apartamento de servicio con dormitorios y cocina independiente, lo que muestra su carácter residencial de larga estancia. En cuanto a la decoración, conserva suelos de terracota, parqué tradicional, bibliotecas, ventanales grandes y salones acogedores. También se han mantenido elementos originales que aportan autenticidad, aunque la propiedad fue renovada en 2001 para actualizar instalaciones eléctricas, cocina y baños sin perder el estilo histórico.

Un entorno natural privilegiado

La Paisible se encuentra rodeada de amplios jardines privados, árboles centenarios y zonas verdes que garantizan privacidad. Además, la propiedad está muy cerca del lago Lemán, lo que brinda vistas serenas del paisaje suizo. En el exterior hay una piscina climatizada, varias terrazas, espacios para eventos y garajes. Asimismo, destacan los rosales blancos plantados como homenaje a Hepburn, algunos de ellos regalos de su amigo y diseñador Hubert de Givenchy. Este detalle refuerza el vínculo emocional entre la casa y la vida personal de la actriz.

Propietarios después de Hepburn

Tras su fallecimiento, la propiedad pasó a manos de sus hijos, quienes la conservaron hasta 2001. Posteriormente, la vendieron a la familia Beaujolin, que ha mantenido la villa en excelente estado. Durante más de veinte años, esta familia ha vivido allí y ha respetado la esencia de la casa. Sin embargo, con el tiempo, la vivienda se ha vuelto demasiado grande para ellos, por lo que decidieron ponerla a la venta.

Un símbolo del legado de Audrey Hepburn

Hoy en día, la casa de Tolochenaz es mucho más que una residencia lujosa. Representa el lado más humano de Audrey Hepburn. Mientras el mundo la recordaba como un icono de cine y moda, ella prefería ser madre, amiga y voluntaria de UNICEF. En esta villa escribió cartas, organizó reuniones familiares y planificó sus viajes humanitarios. Incluso recibía a vecinos y mantenía una vida sencilla en el pueblo, donde se la veía comprando flores o paseando con sus perros.

Por otro lado, los habitantes de Tolochenaz aún la recuerdan con cariño, y muchos turistas se acercan a ver la fachada de su hogar o la placa que conmemora su presencia. La casa se ha convertido en un símbolo de paz, lealtad a sus raíces y elegancia natural.

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