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Entre la piedra y el aire, una oda a la serenidad moderna

POR REDACCIÓN

Arquitectura, paisaje y calma radical

A una hora escasa de Jerusalén, donde las colinas onduladas se abren en un valle de trigales, viñedos y encinas terebintos, emerge una casa concebida para vivir el paisaje con una serenidad casi monástica. El Valle de Elah —escenario bíblico y enclave natural protegido— aporta el telón de fondo: una llanura fértil enmarcada por lomas pedregosas y bosques bajos, luminosos en invierno y plateados en verano.
Desde el primer momento, el proyecto se propone dialogar con ese entorno ancestral; no imponerse, sino pertenecer. De este modo, la vivienda se convierte en una extensión natural del terreno, un refugio contemporáneo que celebra la quietud y la luz.

Geometría en equilibrio con la naturaleza

La casa se despliega en planta baja y semienterrada, insistiendo en la línea del horizonte. Los volúmenes, sencillos, precisos y rotundos, parecen dibujados con regla sobre el paisaje. Al mismo tiempo, un plano de cubierta prolonga su vuelo y proyecta una sombra envolvente.
Bajo este manto protector, una secuencia de espacios transita del ámbito público al íntimo sin rupturas, generando continuidad visual y emocional. Así, la vivienda se presenta como una casa–pórtico, una arquitectura que no compite con el valle, sino que lo enmarca con respeto.

Un acceso que prepara los sentidos

Por otra parte, el acceso se produce a través de un patio-jardín protegido del viento. Allí, piedra local y vegetación autóctona —olivos jóvenes, romero, lavanda— perfuman el aire y preparan los sentidos.
El umbral no es una puerta convencional, sino un filtro de luz: una celosía metálica ligera que modula la claridad, preserva la intimidad y anticipa la calma interior.

Luz que se mueve con el tiempo

La luz, siempre protagonista, entra y se desplaza con precisión.
Por la mañana, franjas altas orientadas al este despiertan los espacios con un resplandor suave. Luego, al mediodía, grandes paños correderos al sur diluyen los límites entre interior y exterior, convirtiendo el salón en un mirador doméstico hacia los campos del valle.
Finalmente, al caer la tarde, la envolvente metálica y los aleros profundos protegen del sol y tiñen los muros de tonos dorados.
Así, la vivienda respira al ritmo de la luz y del paisaje.

La casa como extensión del paisaje

El diálogo entre interior y exterior es constante. Los límites se difuminan, y los reflejos del agua, del cielo y de la vegetación entran en la casa como parte del mobiliario emocional del espacio.
Así, cada estancia ofrece una vista distinta del valle, como si la arquitectura se convirtiera en un instrumento óptico para mirar el mundo despacio.

Arte que acompaña la calma

Las piezas de arte no interrumpen el discurso arquitectónico; por el contrario, lo amplifican.
Cerámicas locales, lienzos abstractos y esculturas en acero dialogan con los volúmenes y con la luz.
La iluminación, cuidadosamente integrada en foseados y perfiles mínimos, evita los brillos directos y las sombras duras, reforzando el carácter contemplativo de la vivienda.

Sostenibilidad invisible

Por otra parte, la casa demuestra que la sostenibilidad no necesita ser exhibida.
Se apoya en estrategias pasivas propias del clima mediterráneo: orientación precisa, inercia térmica de la piedra, ventilación cruzada mediante patios, sombreamiento profundo y paisajismo de bajo consumo hídrico.
Además, un discreto campo fotovoltaico en la cubierta técnica y un sistema de recuperación de aguas pluviales garantizan la eficiencia sin alterar la pureza visual.
En definitiva, el verdadero lujo aquí reside en el confort silencioso y en la armonía con el entorno.

Arquitectura para bajar las pulsaciones

En un tiempo saturado de estímulos, esta vivienda propone lo contrario: ralentizar.
Su lujo no está en el exceso, sino en la precisión; no en el brillo, sino en la temperatura justa de la luz al caer la tarde, en la textura de la piedra al tacto, en el rumor del agua cuando el valle se aquieta.
Por todo ello, esta casa se convierte en una invitación a mirar lejos, respirar hondo y recuperar la calma esencial.

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