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EMi, el restaurante que convierte la memoria en arte culinario

POR REDACCIÓN

Un proyecto con alma y técnica

Madrid continúa afianzándose como una de las capitales gastronómicas más vibrantes de Europa. En este contexto, el restaurante EMi, situado en la calle Gaztambide 64, en el barrio de Chamberí, abre sus puertas con una propuesta que combina emoción, técnica y producto. Detrás del proyecto se encuentra Rubén Hernández Mosquero, un chef extremeño que ha desarrollado su carrera en cocinas de renombre internacional como Noma en Copenhague, Atomix en Nueva York o Minibar by José Andrés en Washington.

El nombre del restaurante tiene una profunda carga emocional. “EMi” es un homenaje a su hermano Emilio, fallecido, y representa la unión entre la memoria personal y la vocación profesional del chef. De este modo, el restaurante se convierte en una extensión de su historia y de su manera de entender la cocina.

Una experiencia sensorial única

Por otra parte, EMi no es un restaurante convencional. Su oferta se basa en un único menú degustación de 14 pases, cuidadosamente diseñado para sorprender al comensal en cada bocado. Rubén combina productos locales con técnicas internacionales, especialmente las aprendidas en Asia y el norte de Europa, donde trabajó varios años. El resultado es una cocina que respeta el producto de temporada y, al mismo tiempo, explora nuevas texturas, aromas y contrastes.

Entre las creaciones más destacadas se encuentran el hamachi con uvas de mar y tosazu, el venado con mostaza coreana y flores picantes o el mero con kimchi blanco y panceta ibérica. Cada plato refleja una búsqueda constante de equilibrio entre lo técnico y lo emocional, invitando al comensal a vivir una experiencia que trasciende el mero acto de comer.

Diseño, entorno y servicio

El espacio del restaurante también ha sido diseñado para potenciar esa conexión entre cocina y cliente. En la planta principal, una barra para doce comensales permite observar de cerca el trabajo del equipo, creando una sensación de cercanía y transparencia. Además, el local cuenta con un comedor privado para cuatro personas, ideal para encuentros más íntimos. La decoración, minimalista y cálida, utiliza materiales naturales e iluminación tenue para reforzar el carácter artesanal y humano del proyecto.

En cuanto a la propuesta líquida, el sumiller Miguel Ángel Millán, reconocido internacionalmente, ha diseñado un maridaje que no solo acompaña los platos, sino que los complementa y realza. Su selección de vinos naturales y fermentados aporta una dimensión adicional a la experiencia, estableciendo un diálogo constante entre la cocina y la bodega.

Una mirada hacia el futuro

EMi se ha consolidado rápidamente como una de las aperturas más esperadas en la escena gastronómica madrileña. Sin embargo, el desafío para Rubén Hernández Mosquero es lograr que su propuesta, tan personal como exigente, encuentre un público dispuesto a explorar nuevos territorios culinarios. Aun así, el chef se muestra decidido a seguir su propio camino y a desarrollar un lenguaje gastronómico que combine emoción, técnica y autenticidad.

En definitiva, el restaurante EMi no es solo una apertura más en Madrid, sino la materialización de una trayectoria marcada por la pasión, la disciplina y la búsqueda constante de identidad. Con un enfoque honesto y contemporáneo, Rubén Hernández Mosquero ofrece una experiencia culinaria que equilibra la innovación con la emoción, posicionando a EMi como una referencia imprescindible para quienes buscan una gastronomía que emociona tanto como alimenta.

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