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Cartier Tortue: El renacimiento contemporáneo de un icono histórico

POR REDACCIÓN

Un legado que vuelve a brillar

Cartier recupera una de sus siluetas más emblemáticas con el relanzamiento del Cartier Tortue, un modelo que vio la luz por primera vez en 1912 y que, desde entonces, ha sido símbolo de distinción dentro de la relojería de forma. Su nombre —“tortue”, tortuga en francés— no es casual. La caja, con curvas delicadas y proporciones armoniosas, se inspira en el elegante perfil del caparazón, una estética que marcó la identidad de Cartier y contribuyó a posicionarlo como pionero en diseños alejados de la clásica geometría redonda. Ahora, más de un siglo después, la maison trae de vuelta este icono dentro de su exclusiva colección Cartier Privé, un programa que revisita los relojes más singulares de su archivo.

Dos interpretaciones del tiempo

En esta nueva edición, el Tortue se presenta en dos variantes que, aunque comparten la misma esencia estética, revelan personalidades muy distintas. Por un lado, la versión Solo Hora apuesta por la pureza visual y la sobriedad contemporánea. Está disponible en oro amarillo o en platino, ambos materiales elegidos para resaltar la fluidez de la caja y la sensualidad de sus líneas. Además, Cartier suma una edición excepcional en platino engastada con diamantes, limitada a solo cincuenta piezas y pensada para coleccionistas que buscan la expresión más refinada del diseño.

Por otro lado, surge la versión que concentra todo el saber hacer relojero de la maison: un cronógrafo monopulsador que rinde homenaje a las complicaciones históricas de Cartier. En este caso, un único pulsador controla la activación, detención y puesta a cero del cronógrafo, una solución clásica que exige una ingeniería minuciosa y un dominio absoluto del movimiento. Esta interpretación técnica se ofrece también en oro y en platino, cada una limitada a doscientas unidades, lo que incrementa notablemente su atractivo y exclusividad.

La mecánica como artesanía

El corazón de la versión cronógrafo es el calibre 1928 MC, un movimiento de carga manual con frecuencia de 4 Hz y una reserva de marcha de 44 horas. Su diseño se ha desarrollado específicamente para el Tortue y destaca por su arquitectura equilibrada y su acabado artesanal, visible en cada puente y en cada arista pulida. Asimismo, las proporciones del reloj —43,7 × 34,8 mm en la versión cronógrafo— han sido cuidadosamente estudiadas para ofrecer una presencia elegante sin renunciar a la comodidad diaria, un detalle que subraya la filosofía de Cartier: unir belleza y ergonomía con naturalidad.

Un lanzamiento que redefine la exclusividad

El regreso del Tortue no es simplemente una reedición, sino una declaración de identidad para una firma que, década tras década, reafirma su lugar en la alta relojería. Su diseño de forma, tan inusual en un mercado dominado por relojes redondos, aporta una diferenciación esencial para quienes buscan piezas con historia y carácter. Además, la producción limitada en todas las versiones garantiza un grado de exclusividad que encaja plenamente con las expectativas del comprador contemporáneo, más orientado que nunca hacia objetos singulares y llenos de significado.

Un icono para una nueva generación

Con su equilibrio entre tradición, técnica y sofisticación estética, el Cartier Tortue vuelve a situarse en el foco de atención. No es solo un tributo al pasado, sino una invitación a mirar el futuro con formas distintas, originales y profundamente elegantes. En un mercado donde la innovación suele expresarse en términos tecnológicos, Cartier demuestra que la revisión inteligente de la historia también puede marcar tendencia.

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