Leía hace unos días, mientras esperaba para embarcar un vuelo en Barajas, que se había producido en Zaragoza la primera manifestación en España contra los centros de datos. Como profesional del sector, esta noticia me preocupó. La noticia me hizo cuestionar si, desde el sector, hemos sabido transmitir de forma clara qué es un centro de datos, para qué sirve y qué beneficios puede aportar.
No deja de sorprenderme cierta paradoja: muchas personas defienden con vehemencia las energías renovables… siempre que se instalen en el pueblo del vecino. Con los centros de datos podría estar ocurriendo algo similar.
Las manifestaciones contra estas “megafactorías digitales” se centran en tres críticas principales: consumen mucha energía, requieren grandes volúmenes de agua y generan pocos empleos directos. Sin embargo, quienes protestan lo hacen mientras utilizan masivamente redes sociales para compartir fotos y vídeos de las marchas. Es decir, critican la infraestructura que hace posible la propia existencia de esas plataformas.
Conviene aclarar un punto clave: centros de datos va a haber. Podrán construirse en Zaragoza, en Barcelona o en Finlandia, pero la demanda global de datos no deja de crecer, y la industria continuará expandiéndose exponencialmente en los próximos años.
Desde el sector deberíamos enfocar nuestros esfuerzos en dos frentes. Primero, en construir infraestructuras cada vez más eficientes desde el punto de vista energético e hídrico. Segundo, en mejorar la comunicación con la sociedad. Es cierto que un centro de datos genera menos empleo directo que una fábrica tradicional, pero su impacto económico y estratégico es enorme. Por un lado, fortalece el ecosistema digital regional, atrayendo nuevas inversiones y empresas. Por otro, genera importantes ingresos fiscales para el Estado.
Hay una palabra que resume el enfoque adecuado: sostenibilidad. Implica avanzar sin hipotecar el futuro de las próximas generaciones. La industria ya está trabajando en sistemas de refrigeración más eficientes y en alternativas que minimicen o neutralicen el uso de agua. Además, reforzar la red de transmisión y distribución eléctrica no solo beneficia a los centros de datos, sino también a regiones donde la infraestructura energética actual es insuficiente.
Sí al desarrollo, sí a los centros de datos, pero también sí a la eficiencia y a la sostenibilidad. El reto no es frenar el progreso, sino integrarlo de manera inteligente y responsable.

