La casa francesa reinterpreta su herencia con una propuesta más audaz, orgánica y emocional, marcando el pulso estético de la temporada.
Bajo una cúpula estrellada en el Grand Palais, Chanel presentó su colección Otoño-Invierno 2025/26, un desfile que selló oficialmente el comienzo de la era Matthieu Blazy. La expectación era máxima: tras el legado de Karl Lagerfeld y la serenidad de Virginie Viard, la llegada del diseñador belga representaba la oportunidad de un renacimiento creativo.
El regreso del espectáculo
Desde los primeros minutos, quedó claro que Chanel volvía a apostar por la teatralidad. El escenario —un universo de planetas suspendidos y reflejos metálicos— evocaba una constelación futurista, símbolo de expansión y cambio.
Blazy quiso convertir el desfile en una experiencia sensorial, no solo visual: una narrativa en tres actos que transitó del clasicismo al riesgo controlado, uniendo tradición y modernidad.
Esta escenografía marcó un punto de inflexión respecto al tono sobrio de temporadas anteriores. Chanel vuelve a hablar de espectáculo, pero con una mirada contemporánea: sin artificios excesivos, con una elegancia más orgánica y tangible.
La evolución del tweed
En la pasarela, el icónico tweed —emblema de la casa desde los años 50— adquirió nuevas dimensiones. Las chaquetas clásicas se alargaron, las caderas se relajaron y los tejidos se combinaron con transparencias que aportaban ligereza.
“Quería que el tweed respirara”, comentó Blazy en el backstage, según Vogue Runway. Y lo consiguió: las texturas se veían vividas, menos rígidas, más cercanas al movimiento natural del cuerpo.
Los tonos neutros —gris humo, beige pálido, negro profundo— convivieron con pinceladas de color cósmico: azul petróleo, burdeos, plata líquida. La sensación general fue de sofisticación sin esfuerzo, un lujo que no necesita ser ostentoso.
Los accesorios como declaración de intenciones
Si algo definió la colección fueron los accesorios. Los bolsos reinterpretados del mítico modelo 2.55 presentaron costuras visibles y acabados intencionalmente irregulares, mientras las perlas, convertidas en protagonistas, se multiplicaron en tamaño y presencia.
Las botas de caña alta, los lazos oversize y los sombreritos estructurados completaron la imagen de una mujer Chanel más fuerte, más curiosa y menos contenida.
Este giro confirma una tendencia general: los accesorios dejan de ser complemento para transformarse en el eje narrativo del look.
Del clasicismo al movimiento
Las siluetas de Blazy son menos construidas, más fluidas. Los trajes presentan líneas oblicuas, los vestidos se drapean con naturalidad y las faldas juegan con cortes asimétricos. La mujer Chanel se mueve, y la ropa la acompaña.
En palabras de Reuters, “el diseñador redefine el código Chanel con una elegancia liberada del corsé de la perfección”. Esa “imperfección controlada” se traduce en una nueva sensualidad: la del gesto espontáneo y la textura que respira.
Tendencia: lujo con humanidad
Más allá del desfile, lo que Chanel propone para este otoño 2025 es un cambio de paradigma.
El lujo ya no reside en la perfección inalcanzable, sino en la autenticidad y la emoción. Tweeds que se deshilachan con elegancia, bordes irregulares, materiales que parecen tocados por el tiempo: cada prenda cuenta una historia.
Esta “humanización del lujo” será, sin duda, una de las tendencias más influyentes de la temporada. Marcas y diseñadores seguirán el ejemplo, explorando la belleza del error, la memoria del tejido y la fuerza de lo imperfecto.
El inicio de una nueva constelación
Con su primer desfile para Chanel, Matthieu Blazy no solo reinterpreta los códigos de la casa: los expande hacia una nueva dimensión.
Su propuesta combina respeto por la herencia con una visión de futuro clara, donde la moda vuelve a ser emoción, espectáculo y discurso cultural.