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Zúrich, destino imprescindible para viajeros de alta gama

POR REDACCIÓN

Entre el lago cristalino y las montañas que lo custodian, Zúrich se erige como una de las capitales más vibrantes de Europa. Moderna pero cargada de historia, cosmopolita y al mismo tiempo íntima, la ciudad ofrece a los viajeros de alto perfil una combinación irresistible: cultura, compras exclusivas y hospitalidad suiza de excelencia. Y en el centro de esta experiencia, un nombre resuena por encima de todos: El Dolder Grand, el hotel que redefine el concepto de lujo contemporáneo.

El Dolder Grand: más que un hotel, un destino

Situado en la colina del Zürichberg, con una panorámica incomparable sobre la ciudad y el lago, El Dolder Grand es un auténtico “city resort”. Desde su apertura en 1899, se ha convertido en una dirección de culto, reinventada con la intervención del estudio Foster + Partners en 2008, que lo proyectó al futuro sin perder un ápice de su herencia.

Además, no se trata únicamente de un alojamiento: es un universo en sí mismo. Sus pasillos acogen una colección de arte privado que rivaliza con la de muchos museos, con nombres como Botero, Miró o Keith Haring. El spa de más de 4.000 m² es un santuario de bienestar donde la piscina panorámica, las cabinas privadas y tratamientos de marcas como La Prairie aseguran un viaje sensorial inolvidable.

Como transición natural hacia la gastronomía, cabe destacar que aquí la mesa es también un escenario de lujo. El restaurante insignia, The Restaurant, brilla con dos estrellas MICHELIN y la creatividad del chef Heiko Nieder, quien convierte cada plato en una obra de arte. A su lado, propuestas como Saltz o Mikuriya completan una oferta culinaria que seduce tanto a huéspedes como a locales.

Por todo ello, El Dolder Grand no solo es la mejor opción para dormir en Zúrich, sino el punto de partida ideal para descubrir la ciudad con estilo.

Entre tradición y modernidad: qué visitar en Zúrich

Al salir del hotel, el visitante se encuentra con una ciudad que se descubre paso a paso. El casco antiguo (Altstadt), con sus callejuelas empedradas y plazas medievales, invita a perderse entre boutiques y cafés con encanto. Desde el mirador de Lindenhof, las vistas sobre el río Limmat revelan la armonía entre pasado y presente.

No muy lejos, el Kunsthaus Zürich se posiciona como uno de los grandes templos del arte europeo, ampliado recientemente por David Chipperfield. Y, para quienes buscan una joya arquitectónica, el Pavillon Le Corbusier junto al lago es visita obligada, siendo la última obra del maestro.

Pero Zúrich también sabe sorprender con su apertura al mundo: el Museum Rietberg, inmerso en un parque bucólico, alberga colecciones de arte no europeo que enriquecen la mirada. Y para los amantes de la naturaleza, nada mejor que subir al Uetliberg, la montaña local, o sumergirse en un “badi” del lago en verano, donde los suizos practican su ritual más preciado: nadar al aire libre.

Comer, comprar, vivir

La experiencia zurquesa se completa en la mesa y en las boutiques. Entre los restaurantes icónicos destaca la Kronenhalle, donde se degustan clásicos de la gastronomía suiza rodeados de obras de Chagall o Miró. En contraste, Hiltl, fundado en 1898, ostenta el título de restaurante vegetariano más antiguo del mundo, con un buffet plant-based legendario.

En cuanto a compras, la Bahnhofstrasse marca el pulso del lujo europeo. Sus escaparates concentran la mejor relojería suiza y las grandes maisons internacionales. Y, para un contraste más alternativo, el distrito de Zúrich-West sorprende con el Freitag Tower y las concept stores del Im Viadukt.

En definitiva, Zúrich es la síntesis perfecta entre modernidad urbana y calidad de vida alpina. Para el viajero que busca lo mejor, la ciudad ofrece cultura, compras y gastronomía de nivel internacional.

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