Un viaje donde el azul del océano se funde con la exclusividad más exquisita. Así se vive el Pacífico Sur cuando se recorre desde una suite flotante, entre corales, maridajes gourmet y playas vírgenes solo accesibles desde el mar.

El lujo hecho océano

En el corazón del Pacífico Sur, entre perlas de islas como Bora Bora, Moorea o Taha’a, navegar en un crucero de ultra lujo no es simplemente viajar: es sumergirse en una dimensión paralela, donde cada detalle ha sido pensado para crear una experiencia inigualable. A bordo de embarcaciones como el Paul Gauguin o el Seabourn Pursuit, los días transcurren entre vistas panorámicas infinitas, aguas turquesas, sabores de autor y descubrimientos que marcan para siempre.

Estos barcos, que funcionan como auténticos resorts flotantes, ofrecen suites privadas con terraza, decoración de diseño polinesio moderno y servicio de mayordomo personalizado. Cada espacio —desde la suite hasta los restaurantes, pasando por el spa o la cubierta— evoca la serenidad tropical sin renunciar a la elegancia contemporánea.

Bajo las aguas, la magia

Uno de los grandes atractivos de esta ruta de lujo es su cercanía con el entorno natural. En cada parada, el océano cobra protagonismo: lagunas transparentes repletas de corales, peces de colores, mantarrayas y tortugas marinas ofrecen uno de los mejores escenarios del mundo para practicar snorkel o simplemente nadar en paz.

Desde el propio barco se accede directamente a playas privadas donde el huésped puede relajarse bajo una palmera o dejarse guiar por biólogos marinos para conocer la biodiversidad única del atolón. Las islas no tienen puerto: son exclusivas y remotas, lo que asegura una experiencia alejada de multitudes.

Sabores con vista al mar

Por las noches, el crucero se transforma en un santuario gastronómico. La cena se sirve en cubierta, bajo cielos estrellados y el susurro constante del mar. Chefs internacionales diseñan menús con ingredientes frescos del Pacífico, que se maridan con vinos seleccionados de bodegas de Nueva Zelanda, Francia y California. Cada plato es una historia contada a través del sabor: atún rojo, vainilla de Tahití, mango maduro o crustáceos del día.

Además, a bordo se celebran catas de vinos y clases de cocina polinesia, acercando al pasajero al alma culinaria del archipiélago.

Aunque el confort sea sublime, lo que más transforma a quien vive esta experiencia es el encuentro con la cultura polinesia. Las excursiones guiadas incluyen visitas a comunidades locales, talleres de perlas negras, danzas tradicionales y ceremonias ancestrales en templos sagrados. Se trata de un turismo respetuoso, cuidadosamente diseñado para preservar la autenticidad y la naturaleza del entorno.

Los itinerarios varían entre 7 y 14 días, partiendo de Papeete (Tahití) y recorriendo algunas de las islas más icónicas del mundo. Todo está incluido: desde traslados en zodiac hasta masajes, actividades deportivas y conexión Wi-Fi.

En tiempos donde la exclusividad ya no se mide por el lujo sino por el acceso a lo inalcanzable, este crucero se posiciona como una de las joyas del turismo de alta gama. Cada minuto a bordo es una postal viviente.

Ya sea descansando en la terraza de tu suite mientras el sol se oculta tras Bora Bora o brindando con champán sobre la arena de una playa desierta, navegar la Polinesia Francesa en un crucero de ultra lujo es una oda al placer, la calma y la belleza sin filtro.