Si Freud definió la empatía como la vía que lleva a la comprensión de otra vida psíquica, Winnicott la describe como inherente a los cuidados maternales “más que de la comprensión de lo que es verbalizado o podría serlo”.

He tenido la oportunidad, en los últimos tiempos y gracias a buen amigo, de presenciar, por cortesía de la CEDE, un encuentro entre empresarios ante la presencia, cultivadora, dicho sea de paso, del Presidente de Seat el Sr. Wayne Griffiths.

Más allá del contenido técnico de la situación de su empresa y los proyectos a futuro, más los consejos de innovar y ser valientes al cambio, lo que me removió fue ver y sentir la empatía de los que estábamos allí. Todos empresarios, mayores, pequeños, invisibles, arruinados, exitosos, todos ellos, combatientes en el hacer del arte de crear y sobrevivir en un negocio. Y cuando digo empresarios, me refiero también a los autónomos y profesionales liberales.

También he asistido a otros eventos del Club Rotary, en los que he sentido lo mismo y con el mismo perfil de asistentes. Personajes, cultos, intuitivos, audaces, convincentes, técnicos y bien preparados.

Entre todos no he visto rivalidad, ni he denotado frialdad o distanciamiento, sino todo lo contrario. Pese a las circunstancias de cada uno, puedo adverar que, muy al contrario, he denotado empatía en las realidades psíquicas de cada uno y de distintas formas, pero siempre con la actitud de ayudar, colaborar, de aportar sinergias que puedan beneficiar a unos con otros.

Cada uno vendiendo su idea, negocio, o proyecto, buscando que los contrarios puedan entrar en su actividad, y si no estos, sus clientes.

Lo que he visto, son profesionales, haciendo de profesionales, buscando intereses individuales, pero aportando a los intereses globales, porque a la postre se identifican contigo y empatizan con tus sentimientos y realidades, entendiendo que también son las suyas, porque igualmente viven el mismo día a día que tú resistes con audacia, aguante y perseverancia.

Los pequeños y medianos empresarios, son tíos impresionantes, que todos los días innovan, crean, diseñan y arriesgan, lo mismo que teniendo cien mil euros en sus arcas, que diecisiete para poner gasolina.

Hay que buscar y promocionar estos encuentros, más aún, hay que participar, sin complejos ni prejuicios, y aportar esas sinergias que puedan beneficiarnos a todos porque nunca sabes dónde está la tecla.